Un nuevo año empieza y muchos haremos propósitos para este 2023 recién estrenado. Es costumbre felicitarnos por el nuevo año. Al universo le da bastante lo mismo que festejemos otra revolución alrededor de nuestra estrella, pero a mí me gusta que tengamos una excusa para juntarnos con familia y amigos y descorchemos alguna botella para celebrar que seguimos juntos.
Entre mis contactos en LinkedIn, algunas personas comparten con valentía sus buenos propósitos de crecimiento personal y profesional. Otros muchos no publicarán que su objetivo es mantenerse, sobrevivir o superar una enfermedad, pero para el caso es lo mismo: un año nuevo es el momento para respirar hondo y prepararse para afrontar los próximos 12 meses del año. Es la oportunidad de retomar aquello que quizás se nos quedó a medias de los propósitos de Septiembre, el otro momento del año en que hacemos estas cosas.
En cualquier caso, quien no se haya cansado de intentarlo ya, intentará mejorar, considerando su situación actual y sus capacidades.
Con el tiempo, esos dos factores - situación de partida y capacidades - se combinan con la suerte y hacen que nuestros caminos sean únicos. Una vez más, el interés compuesto juega su papel inexorable...
Hoy no quiero centrar el post en felicitaros el año nuevo ni en compartir mis retos para este nuevo año. Y aunque en lo personal me espera un año importante, esta mañana reflexionaba con mi madre sobre qué factores nos hacen alcanzar la vejez de la mejor manera posible, incluso cuando ya es tarde.
Por eso quiero poner hoy el foco sobre dos aspectos que considero importante tener muy presentes en cualquier momento de nuestras vidas: las avestruces y los lastres.
Avestruces
Yuval Noah Harari y Ter (una youtuber milenial) explican muy bien las diferencias y las relaciones entre los planos de la realidad y de la imaginación. Harari explica mejor que nadie cómo los humanos somos capaces de crear, creer y de regirnos por ilusiones colectivas (véanse la religión o el dinero), mientras que Ter salta entre ambos planos con soltura para hacernos ver que sin los dos, la vida no tiene gracia.
Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar
El caso es que los planos de la ficción no sólo son parte de lo que somos los humanos, sino que a menudo suponen el único refugio frente a una realidad aburrida, deprimente o incluso hostil. Viktor Frankl fue un superviviente del holocausto judío que sobrevivió a la barbarie refugiándose en su propia mente, el único lugar inexpugnable, dónde la realidad percibida puede diferir por completo de la realidad material. El autor de “El hombre en busca de su sentido”, la obra que inspiró la película “La Vida es Bella”, escribió “Nuestra mayor libertad humana es que, a pesar de nuestra situación física en la vida, ¡siempre estamos libres de escoger nuestros pensamientos!”. Sin embargo, como toda vía de escape, y al igual que las drogas, recurrir a lo que podríamos llamar paraísos artificiales puede a la larga resultar peligroso. No se debe ignorar la realidad por un tiempo excesivamente prolongado, porque acabará cansándose de llamar a la puerta y derribará todos los muros que se le pongan por delante.
¿Estamos ya viviendo en algún tipo de realidad paralela? ¿Estamos dejando que nuestra vida y nuestras decisiones se rijan por ficciones perjudiciales? ¿Estaremos ignorando señales de alarma o de oportunidades por culpa de una visión estrechada por nuestros prejuicios y sesgos?
Este para mí sería por tanto el primer propósito del año: Tomar distancia de uno mismo y verificar que no estamos limitando nuestros pensamientos. Es decir, verificar si nos estamos comportando como una avestruz que esconde la cabeza bajo tierra para sentir el sosiego de no ver y evitar tener que afrontar los peligros que nos acechan. Pensar que escondidos de este modo no llamaremos la atención de nuestros depredadores es una estrategia excesivamente arriesgada en estos tiempos.
¿Consejos prácticos? Busca a gente sin pelos en la lengua, que te conozcan bien y que sean capaces de ayudarte a ver lo que tú mismo no puedes. Por supuesto, antes debes estar dispuesto a escuchar cosas para las cuales ya puedes haber creado una batería de argumentos defensivos que constituyen una parte importante del problema que puedas estar sufriendo.
Lastres
El segundo deseo de año nuevo es que nos deshagamos de los lastres cuanto antes. A los lastres los podríamos llamar frenos de interés compuesto negativo. Me refiero a deudas económicas, a lagunas de conocimiento o a relaciones personales tóxicas, como suele decirse ahora.
Si cojo unos kilos en las fiestas de Navidad, pero me los quito en Enero, no habrá pasado nada malo. Pero si no me los quito y los voy acumulando, con los años acabaré acumulando más y más peso, y lo terminaré lamentando. ¡Ay, si me lo hubiese quitado a tiempo! Lo mismo sucede con aprender inglés, fumar o contratar un crédito de consumo. No son ninguna broma, aunque a corto plazo no parezcan grandes amenazas. Pero a la larga se terminan cobrando un precio exorbitante.
Todos incurrimos, y constantemente, en contraer deudas, descubrir que nos faltan conocimientos ó experiencia en determinados campos, o incluso que tenemos relaciones que no sólo no nos aportan nada, sino que nos perjudican. Eso es la vida. Pero el problema se enquista cuando los mantenemos en nuestra vida por periodos de tiempo excesivos, causando desgastes profundos, y por desgracia, a menudo irremediables. El consejo es por tanto identificar bien estos lastres y acortar todo lo posible el tiempo que los tenemos que soportar.
Bonus track
Tómate un tiempo y charla con gente mayor. Gente que puede que sean tus padres o tus abuelos; personas que viven en una residencia de ancianos. Escucha sus historias y retén lecciones que de otro modo olvidarías a los dos días…